Autoconfianza: esa característica que, tarde o temprano, sale

Es una de las mejores muestras de autoconfianza que se pueden encontrar en el cine. Y más si tenemos en cuenta que no es producto de la imaginación de unos guionistas, sino que es real. Un ejemplo de cómo el trabajo y el tesón contribuyen a crecer nuestra autoconfianza.
La escena es redonda. Corresponde a El discurso del rey -Tom Hooper, 2010- y la protagonizan Geoffrey Rush y Collin Firth. El segundo es el rey Jorge VI, que subió al trono de Inglaterra en unas condiciones especialmente adversas -renuncia al mismo de su hermano Eduardo VIII, estallido de la Segunda Guerra Mundial-. El primero es un logopeda cuyos métodos pueden considerarse particulares, por no decir otra cosa. En dicha escena, Jorge VI lee un discurso en el que anuncia a su pueblo el comienzo de una nueva contienda. Un momento emotivo, pues es el culmen del trabajo realizado por Lionel Logue -así se llamaba el personaje magníficamente interpretado por Rush-, que cogió a un rey inseguro y tartamudo:


Y es real. Un ejemplo de cómo el trabajo, el deseo de mejorar, de alcanzar un propósito soñado o perseguido son el alimento que necesita la autoconfianza. Autoconfianza necesaria en todos los órdenes de la vida, ya sea el ámbito público o privado; autoconfianza para ser lo que queramos ser por muchas dificultades que creamos tener por delante para serlo. Porque en demasiadas ocasiones esos obstáculos que vemos no existen como tal, son imágenes que nos creamos, idealizaciones de lo que no existe. Y conocerlos como nuestros para poder superarlos es básico. Luego, todo es cuestión de trabajo, de aprender y perseverar hasta alcanzar lo que tanto deseamos o queremos ser.

En tus manos está si te identificas con lo que acabo de escribir.

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